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Mil euros por pasar media hora navegando por una red social desde un móvil y cincuenta euros por abrir un correo electrónico. Facua desvela los “abusos” de las telefónicas en sus cobros por la conexión a Internet en el extranjero
Correo electrónico: En el extranjero, abrir un correo electrónico con un par de fotos de 2,5 megas cada una desde el móvil o el portátil puede costar más de 58 euros a un cliente de una compañía telefónica española, según una encuesta realizada por Facua.
Recomendaciones: La asociación de consumidores Facua aconseja a los ciudadanos que, si veranean en el extranjero, accedan a Internet a través de la red wifi o utilicen tarjetas locales de prepago para evitar sorpresas desagradables.
Al volver a Málaga después de pasar tres semanas de vacaciones en Inglaterra y Francia, se encontró con un inesperado “recuerdo” en su buzón: una factura que incluía 126 euros de uso de Internet durante sólo cinco de los días en los que estuvo en el extranjero. Antonio (nombre ficticio), se sorprendió al descubrir más tarde que los otros 16 días en los que se había conectado a través de su teléfono móvil le costarían más de 400 euros.
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A finales de los años 70, la defensa de los ciudadanos como consumidores fue llevada a cabo por movimientos vecinales. Sin embargo, el Gobierno español negaba la representación de los consumidores por parte de las asociaciones de vecinos. Por ello, en 1980 la Asamblea de Asociaciones de Vecinos aprobó el desarrollo de una asociación de consumidores de ámbito nacional, que se denominó La Defensa, así como la creación de una red de delegaciones en todas las provincias españolas a través de sus federaciones provinciales.
A pesar de ello, el proyecto sólo se implantó en unas pocas ciudades, entre ellas la capital andaluza, Sevilla. Por este motivo, la delegación sevillana de La Defensa, que se había establecido en la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos, se convirtió en una organización independiente en 1981 con el nombre de Asociación de Consumidores y Usuarios de Sevilla-ACUS La Defensa.
Inspirados por esta evolución, durante 1982 y 1983 se crearon varias asociaciones de consumidores en la mayoría de las provincias andaluzas, siguiendo el modelo de la organización ya creada en Sevilla, sentando las bases para el desarrollo de la Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía en 1983.
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A raíz de las noticias sobre el acuerdo de 25 millones de euros de Apple con el regulador francés de la competencia y los consumidores tras las acusaciones de obsolescencia programada, echamos un vistazo a un tema que cada vez se parece más a un problema a nivel de tablero para los fabricantes.
Cuando un dispositivo deja de funcionar, es un inconveniente. Es fácil creer que los fabricantes están conspirando contra los consumidores, en lugar de que los productos hayan llegado simplemente al final de su vida útil. Abundan las afirmaciones de que los fabricantes están acortando deliberadamente la vida útil de los productos, en parte alimentadas por una mayor prensa y una importante aplicación de la normativa que se traduce en cuantiosas multas. Los fabricantes de productos de consumo están en el punto de mira de los consumidores y los reguladores, y los legisladores están empezando a estudiar la posibilidad de introducir más protecciones para los consumidores.
La obsolescencia planificada o incorporada suele referirse a la creación de productos con una vida útil artificialmente corta, o a la reducción deliberada de la vida útil de los productos existentes. Puede incluir la imposibilidad de reparar los productos o su coste prohibitivo, o la interrupción de las actualizaciones de software para el hardware que los usuarios han comprado hace relativamente poco tiempo. Los teóricos de la conspiración pueden imaginarse a los nefastos fabricantes planeando cómo estafar a los consumidores, pero la realidad es menos sencilla. Cuando los hábitos de los consumidores reducen los costes, los fabricantes pueden tener que sacrificar la durabilidad. En el caso de los productos cuya tecnología evoluciona rápidamente, es probable que muchos consumidores quieran comprar un modelo más nuevo y mejor cuando esté disponible, y es poco probable que quieran pagar más por la longevidad. Los fabricantes no pueden ofrecer actualizaciones de software para el hardware más antiguo de forma indefinida, sobre todo cuando la mayoría de sus clientes se han pasado a modelos más nuevos. Los fabricantes se mueven en una línea muy fina, y las decisiones comerciales deben tomarse y presentarse con cuidado.