Cómo tomar la decisión correcta
En el proceso más amplio de resolución de problemas, la toma de decisiones implica elegir entre posibles soluciones a un problema. Las decisiones pueden tomarse mediante un proceso intuitivo o razonado, o una combinación de ambos.
Aunque la gente habla de ella como si fuera un “sentido” mágico, la intuición es en realidad una combinación de experiencias pasadas y valores personales. Merece la pena tener en cuenta tu intuición, porque refleja tu aprendizaje sobre la vida. Sin embargo, no siempre se basa en la realidad, sino sólo en tus percepciones, muchas de las cuales pueden haber empezado en la infancia y pueden no ser muy maduras por ello.
Por lo tanto, vale la pena examinar de cerca tu instinto, especialmente si tienes un sentimiento muy fuerte en contra de un curso de acción particular, para ver si puedes averiguar por qué, y si el sentimiento está justificado.
El razonamiento se basa en el presente y en los hechos. Sin embargo, puede ignorar los aspectos emocionales de la decisión y, en particular, las cuestiones del pasado que pueden afectar a la forma en que se aplica la decisión.
Cómo tomar una decisión difícil
Estas decisiones pueden repercutir en todos los ámbitos de nuestra vida, incluso en la de quienes nos rodean. No son cosas como qué nombre poner al perro o qué cortina de baño comprar; son más bien momentos en los que tenemos que discernir la oportunidad del riesgo. Algunos ejemplos son las decisiones sobre un cambio de carrera, una mudanza, la compra o venta de una casa, el fin o el comienzo de una relación, el ingreso de los seres queridos en un centro de atención a tiempo completo, la adopción de un niño, la jubilación y muchas más.
Un signo seguro de inmadurez es tomar decisiones pensando sólo en el momento presente. Las decisiones difíciles exigen que se considere no sólo la ganancia inmediata de una determinada elección, sino también sus posibles beneficios a largo plazo.
A veces tenemos que pagar un pequeño precio a corto plazo, pero los beneficios a largo plazo podrían compensar con creces los sacrificios inmediatos. Piensa en un niño con el puño lleno de dinero de la paga que opta por ahorrar su dinero para comprar una bicicleta, en lugar de comprar caramelos o vídeos cada vez que le apetece. El mismo principio se aplica a los adultos que gestionan las tentaciones de los deseos diarios frente a la consecución de objetivos a largo plazo. El momento pasará, pero ¿seguirás confiando en tu elección la próxima semana o el próximo año?
Toma de decisiones
Mi trabajo como coach ejecutivo consiste en ayudar a las personas a tomar estas difíciles decisiones por sí mismas y, en última instancia, por sí mismas. A diferencia de un mentor, no se trata de dar consejos. Se trata de dar a las personas las herramientas y la confianza para que confíen en sus propias decisiones y actúen en consecuencia.
Pensemos en la persona que lucha contra la decisión de aceptar un puesto de mayor categoría con una remuneración considerablemente más alta, cuando muchos otros se lanzarían a por la oportunidad. Esto puede estar relacionado con su miedo a fracasar en un puesto de alto riesgo y gran visibilidad. También podría deberse a que la opción de permanecer en un puesto de menor rango es igualmente atractiva, pero por razones diferentes, como tener más tiempo libre. Por último, para esta persona, tal vez el hecho de acceder a este nivel de responsabilidad le haga plantearse toda una serie de problemas que se originaron en su infancia. Lo he visto a menudo con profesionales de éxito cuyas decisiones importantes se ven afectadas regularmente por el poder de un superego hiperactivo (es decir, la imagen de un padre u otra figura de autoridad del pasado, independientemente de que siga vivo o no).
Toma de decisiones personales
Amy Morin, LCSW, es la editora en jefe de Verywell Mind. También es psicoterapeuta, autora del libro más vendido “13 Things Mentally Strong People Don’t Do” (13 cosas que no hacen las personas mentalmente fuertes) y presentadora del podcast The Verywell Mind.
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Saber tomar buenas decisiones -como qué ropa llevar a una entrevista de trabajo o cómo invertir su dinero- podría ser la clave para vivir su mejor vida. Y ser capaz de tomar esas decisiones a tiempo y sentirse seguro de su capacidad de decisión podría ahorrarle mucho tiempo y problemas.
Quizá esté seguro en un 90% de que sabe dónde está la oficina que va a visitar. O tal vez esté seguro en un 80% de que puede convencer a su jefe para que le dé un ascenso. Si te confías demasiado en esas cosas, es probable que tus planes se malogren.