¿Por qué es importante establecer relaciones con los usuarios de los servicios?
Muchos profesionales entran en el campo del trabajo social para ayudar a otros a crecer y mejorar sus circunstancias vitales. Sin embargo, al trabajar con los clientes, los trabajadores sociales deben mantener unos límites claros para garantizar la integridad y la responsabilidad profesional. En cualquier sitio web de la junta de acreditación de trabajo social, uno verá casos frecuentes en los que se han presentado quejas contra los trabajadores sociales que resultan en la imposición de multas, sanciones, la suspensión o revocación de la licencia. En algunos casos, los trabajadores han sido encarcelados por mala conducta por violación de la confidencialidad, falsificación en el mantenimiento de registros, mala conducta, etc. Sin embargo, este artículo explorará el tema de las relaciones con los clientes y los límites éticos para los que trabajan en el trabajo social, con un enfoque particular para los que trabajan en el bienestar infantil.
Dietz y Thompson (2004) ofrecieron: “La preocupación por los límites adecuados es, al menos en parte, una preocupación por los efectos de la diferencia de poder entre el cliente y el profesional. Es principalmente una preocupación por las violaciones de los límites” (p. 2). Los límites son “los límites que permiten una conexión segura basada en las necesidades del cliente” (Peterson, 1992, p. 74). Sin embargo, en retrospectiva, Reamer (2003) sugirió que las violaciones de los límites y los cruces de los límites tienen que ser examinados en el contexto de los efectos conductuales que el comportamiento ha causado para el trabajador social o el cliente. Postuló una tipología de cinco temas centrales en los que pueden surgir problemas de límites: 1) relaciones íntimas, 2) búsqueda de beneficios personales, 3) necesidades emocionales y de dependencia, 4) gestos altruistas y 5) respuestas a circunstancias imprevistas.
Relación entre el trabajador social y el cliente
Las raíces de una dimensión emocional en el trabajo social se remontan a los modelos psicoanalíticos y psicosociales que surgieron a mediados del siglo XX (Horney, 1950; Rogers, 1961; Hollis, 1964), que destacaron la importancia de las experiencias previas y de cómo se gestionan y entienden las emociones a través de las relaciones. En otro nivel, la exposición seminal de Biestek (1957) sobre la ética del trabajo social incluye lo que son principios claramente relacionales como la expresión intencionada de los sentimientos, la implicación emocional controlada y la aceptación.
Los modelos psicosociales de la práctica atrajeron algunas críticas debido a las afirmaciones de que minimizaban los factores sociales y políticos más amplios y se centraban principalmente en el mundo interior de los individuos. Se argumentaba que se corría el riesgo de situar las dificultades y las soluciones de las personas principalmente a nivel individual. Sin embargo, seguía siendo evidente, incluso en esas críticas, que las relaciones eran fundamentales para el trabajo social.
Sin embargo, la década de 1980 fue testigo del creciente dominio de la ideología política y económica neoliberal. Esto se manifestó en los servicios públicos a través de la doctrina del gerencialismo, que, en esencia, pretendía llevar los principios empresariales y de mercado a los servicios públicos. El gerencialismo se basaba en los principios de economía, eficiencia y eficacia, y es evidente en los contextos prácticos en el giro hacia los objetivos y la gestión del rendimiento. El trabajo social se convirtió en un esfuerzo técnico/racional en lugar de ético y relacional. Dentro de estas culturas, las relaciones pueden parecer demasiado “vagas” y difíciles de medir y se han convertido en algo secundario para las formas de práctica que, incluso cuando los profesionales pueden afirmar que trabajan de forma relacional, se enmarcan cada vez más en torno a seguir el procedimiento y garantizar el cumplimiento.
Construir relaciones con los clientes en el trabajo social
El objetivo de los trabajadores sociales es mejorar la vida de las personas, ayudándolas en sus dificultades sociales e interpersonales y promoviendo los derechos humanos y el bienestar. Los trabajadores sociales protegen a los niños y adultos con necesidades de apoyo para que no sufran daños. Desde ayudar a mantener unida a una familia bajo presión hasta apoyar a alguien con problemas de salud mental, el trabajo social es una carrera variada, exigente, a menudo emocional y muy gratificante.
Los trabajadores sociales trabajan con varias personas a la vez. Es lo que se conoce como carga de trabajo. El trabajo diario implica evaluar las necesidades, los puntos fuertes y los deseos de las personas, trabajar directamente con los individuos y las familias para ayudarles a hacer cambios y resolver problemas, organizar el apoyo, hacer recomendaciones o derivaciones a otros servicios y organismos, y llevar un registro detallado.
Los problemas de los que se ocupan los trabajadores sociales suelen tener su origen en desventajas sociales o emocionales, discriminación, pobreza o traumas. Los trabajadores sociales reconocen el panorama general que afecta a la vida de las personas y trabajan por una sociedad más igualitaria y justa en la que se respeten y protejan los derechos humanos.
La práctica basada en las relaciones en el trabajo social pdf
Durante muchos años, las relaciones han sido importantes en el trabajo social. Esto se ha descrito de diferentes maneras: en términos de La Relación de Trabajo Social, como trabajo social terapéutico (Sudbery 2002) y como “trabajo social basado en las relaciones” (Trevithick 2003).
El “puente” de comunicación que proporcionan las relaciones actúa como un vínculo vital -o punto de conexión humana- entre dos mundos: el del trabajador social y el del usuario del servicio, el cuidador u otra persona.
Uno de los primeros y más influyentes textos en este campo fue el titulado The Casework Relationship de Felix Biestek (1957), un académico estadounidense, que definió la relación de trabajo como “la interacción dinámica de actitudes y emociones entre el trabajador social y el cliente, con el propósito de ayudar al cliente a lograr un mejor ajuste entre él (sic) y su entorno” (p. 17).
Las experiencias y los acontecimientos negativos de la vida, como las dificultades, la adversidad y la decepción de los demás, pueden hacer que las personas se sientan infelices, desconfiadas, confundidas, desconcertadas, molestas, deprimidas, vacías, impotentes, desesperadas y desesperadas.