Presidentes de Cataluña
España es generalmente considerada como uno de los países europeos más afectados por la Gran Recesión iniciada en 2008 y las posteriores políticas restrictivas. En la primera parte de este trabajo tratamos de entender los impactos de la crisis en el estado de bienestar que han conducido a las desigualdades en salud, con especial énfasis en la historia del Sistema Nacional de Salud español desde mediados del siglo XX. También examinamos las respuestas de los ciudadanos a las medidas de austeridad dentro del sistema sanitario, destacando el papel del movimiento de las “mareas blancas”. En la segunda parte del documento, ofrecemos una revisión selectiva de los principales hallazgos sobre los efectos de la Gran Recesión en el país, centrándonos especialmente en sus resultados sobre la salud mental y sobre las desigualdades en el uso de la salud y la asistencia sanitaria. Concluimos que las políticas clave deben dirigirse a “las causas de las causas” de las desigualdades en salud, un reto complicado en la fase actual del capitalismo.
1La evidencia sobre cómo la crisis anterior y la actual han afectado al bienestar de la población sigue siendo fragmentaria e incierta, sobre todo en lo que respecta a las desigualdades sanitarias. Paralelamente, en los últimos años la atención se ha centrado más en el estudio de los impactos de los recortes posteriores a la crisis en la salud, especialmente en Europa (Toffolutti y Suhrcke, 2019). Se han sugerido varios mecanismos para explicar los efectos de la crisis financiera mundial y las reformas estructurales asociadas en los resultados sanitarios. Kentikelenis propuso tres vías por las que las medidas de austeridad podrían afectar a la salud: i) las políticas se dirigen directamente a los sistemas sanitarios; ii) las políticas tienen un efecto indirecto en los sistemas sanitarios; iii) las políticas afectan a los determinantes sociales de la salud (Kentikelenis, 2017). Más concretamente, se ha afirmado que los efectos más evidentes de las reformas del bienestar impulsadas por la austeridad (que han tenido lugar) desde 2008 se han canalizado a través de los recortes de la asistencia social y las políticas del mercado laboral (Ruckert y Labonté, 2017).
Parlamento de Cataluña
A pesar de la reciente desaceleración, el crecimiento económico de la zona del euro sigue siendo sólido y de amplia base, como confirman los últimos datos. El PIB real se ha expandido durante 21 trimestres consecutivos, creciendo un 0,4% intertrimestral durante el segundo trimestre de 2018.
En el primer semestre de 2018, el crecimiento se debilitó con respecto a las elevadísimas tasas del año pasado, como reflejo de las menores exportaciones. Sin embargo, en el próximo período, esperamos que la economía siga creciendo a un ritmo superior a su potencial. De hecho, la duración y la amplitud de la actual expansión siguen estando por debajo de los promedios históricos, ya que no ha durado más de cinco años y el PIB real se encuentra ahora un 10% por encima del mínimo alcanzado en el primer trimestre de 2013[1] En comparación, en promedio, las fases de crecimiento del pasado duraron siete años y medio desde el mínimo hasta el máximo, con un aumento del PIB del 21% durante el mismo período.
Si bien los riesgos para el crecimiento se han mantenido equilibrados en términos generales, los relacionados con factores mundiales, como la amenaza de un mayor proteccionismo mundial, el aumento de los precios del petróleo y las vulnerabilidades de los mercados emergentes, se han vuelto más prominentes. La volatilidad de los mercados de deuda soberana y el aumento del populismo se suman a la incertidumbre general.
Tribunal Constitucional español
En los últimos años, España ha sido noticia por sus cifras de crecimiento económico superiores al 3% anual. Estas sólidas cifras pueden atribuirse a una combinación de reformas, vientos de cola temporales con un fuerte multiplicador a través de la mejora del sentimiento, y la demanda reprimida tras una profunda crisis. En consonancia con el fuerte crecimiento del volumen del PIB, el empleo se ha recuperado sustancialmente de la gran caída sufrida durante los años de la crisis. Sin embargo, a pesar de la fuerte recuperación, hoy en día todavía hay menos personas trabajando que antes de la crisis. Hasta el 15% de la población activa está registrada como desempleada, mientras que más de un tercio de los jóvenes sigue sin trabajo (figura 1).
En esta publicación analizamos la evolución del mercado laboral desde el estallido de la crisis, las numerosas reformas que se han llevado a cabo y cuáles son los principales retos de cara al futuro. Evolución del mercado laboral
A mediados de 2007, justo antes de la crisis, el desempleo había alcanzado un mínimo histórico. Alrededor del 8% de la población activa estaba desempleada (gráfico 1). Aunque esta cifra seguía siendo alta en la perspectiva internacional, es mucho más baja que la tasa media del 15,5 por ciento en los 20 años anteriores a la crisis y que la tasa estructural de entonces, del 14 por ciento. En los años de bonanza, especialmente el empleo en el sector de los servicios y la construcción había crecido rápidamente. El sector de los servicios era el mayor empleador, con casi el 70% de los trabajadores. La mayoría de las personas estaban empleadas con un contrato a tiempo completo, sólo el 11 por ciento trabajaba a tiempo parcial a principios de 2008 (más del 18 por ciento de media en la eurozona). Y más de una cuarta parte de los contratos tenían fecha de finalización (14 por ciento de media en la Eurozona). La proporción de personas empleadas con contratos temporales siempre ha sido relativamente alta en España debido a la elevada dualidad del mercado laboral español. Es mucho más barato despedir a personas con un contrato temporal que con un contrato indefinido, por ejemplo.
Independencia de Cataluña
A pesar de ser el Estado miembro de la UE con mayor nivel de inmigración per cápita a lo largo de los últimos 20 años, los estudios de opinión internacionales y comparativos han demostrado que España ha mantenido sistemáticamente actitudes más abiertas hacia la inmigración que la media europea, con menos rechazo y una mayor valoración de su contribución a la sociedad y la economía. Hay razones históricas que explican este fenómeno, como la experiencia de los emigrantes españoles en la década de 1960 y la reacción contra el nacionalismo como consecuencia del régimen de Franco. Independientemente de la causa, una opinión pública relativamente permisiva ha contribuido a que, hasta hace poco, no haya habido en España partidos políticos que hayan hecho campaña con una plataforma antiinmigración que haya conseguido afianzarse institucionalmente. Esto había convertido a España en una excepción en el contexto europeo, donde la presencia de partidos “nativistas” se ha convertido en una característica común de los parlamentos y, en muchos casos, de los gobiernos. Sin embargo, la excepción española llegó a su fin en 2018 con el éxito de VOX en las elecciones andaluzas y su entrada en el Congreso de los Diputados al año siguiente.