Manual de ayuda al ejercicio para personas con artritis reumatoide

Ejercicio para perder peso con artritis reumatoide

Muchas personas con artritis reumatoide tienden a evitar el ejercicio porque temen que la actividad pueda empeorar su dolor articular. Sin embargo, el ejercicio es uno de los tratamientos clave para ayudar a reducir la discapacidad a menudo asociada a la artritis reumatoide.

La artritis reumatoide también acelera la pérdida de masa muscular que suele producirse al envejecer. Por eso es importante hacer ejercicios que fortalezcan los músculos, además de los ejercicios aeróbicos, que fortalecen el corazón y los pulmones.

Los estudios indican que el ejercicio no empeora los síntomas de la artritis reumatoide. Pero si la artritis reumatoide le ha dañado gravemente las caderas o las rodillas, puede optar por ejercicios de bajo impacto, como la natación, el aeróbic acuático, caminar o montar en bicicleta.

Ejercicios para la artritis reumatoide en las manos

Con la orientación adecuada, el entrenamiento de fuerza se ha convertido en una de las herramientas favoritas de Eileen Davidson para controlar una dolorosa batalla contra la artritis reumatoide. Así es como se convirtió en una parte fundamental de su rutina de ejercicios y de su plan de tratamiento general.

Puedes imaginarte lo que pienso de ciertos tipos de ejercicios. Si me dan una elíptica, soy muy feliz. ¿Pero las flexiones? ¿Levantamientos de piernas? ¿Sentadillas? ¿Burpees? Ouch y no gracias. Y menos aún en un gimnasio, donde sonaría como los Rice Krispies en la leche: snap, crackle, pop.

Cuando empecé a hacer ejercicio tras el diagnóstico de AR hace cinco años, no sabía mucho sobre el entrenamiento de fuerza. Cuando lo intentaba, normalmente acababa haciéndome daño o no podía mantener la motivación. Sabía caminar o correr en línea recta durante 30 minutos y hacer algunas flexiones, pero debido a mi artritis reumatoide, no son precisamente la tarea más fácil de realizar. A estas muñecas no les gusta nada hacer flexiones.

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Aventurarme en la sala de pesas de mi gimnasio me intimidaba. Me di cuenta de que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo cuando pensé que un chico muy guapo me estaba mirando, pero cuando se acercó a hablar conmigo, me dijo que estaba utilizando mal una de las máquinas.

Ejercicios para la artritis reumatoide en el hombro

En un nuevo experimento pionero sobre mujeres mayores y ejercicio, los investigadores descubrieron que incluso una sesión suave de levantamiento de piernas desencadenaba una reacción exagerada del sistema nervioso en las personas con artritis reumatoide. El ejercicio ligero también afectaba negativamente al funcionamiento interno de sus músculos y vasos sanguíneos.

Los resultados se basan en investigaciones anteriores sobre la artritis reumatoide y el sistema nervioso, y plantean nuevas y apremiantes cuestiones sobre las formas mejores y más seguras de que las personas con este trastorno o enfermedades autoinmunes similares se vuelvan y se mantengan activas.

Cualquiera que padezca artritis reumatoide o esté cerca de alguien que la padezca conoce los estragos que causa en el organismo. Las células inmunitarias atacan por error al tejido sano, especialmente en las articulaciones, provocando hinchazón, dolor y deterioro, junto con inflamación y fatiga en todo el cuerpo. La artritis reumatoide también suele provocar enfermedades cardiovasculares, lo que inicialmente desconcertó a los médicos, ya que las células inmunitarias equivocadas no se dirigen directamente al corazón o las arterias.

Pero en los últimos años, los investigadores han descubierto que las personas con artritis reumatoide tienden a tener un sistema nervioso simpático inusualmente activo. El sistema nervioso simpático es la parte de nuestro cableado interno que estimula la respuesta de lucha o huida, alertando bioquímicamente a nuestro cerebro, corazón, músculos y otros sistemas corporales para que se preparen ante un peligro inminente. El sistema nervioso parasimpático opuesto, el Matthew McConaughey de nuestra biología interna, nos tranquiliza, enviando señales que calman las alteraciones simpáticas.

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Ejercicio para la artritis reumatoide en los pies

La gestión de la rehabilitación de las personas con artritis reumatoide es imprescindible para disminuir las posibles discapacidades a largo plazo, como se ha señalado anteriormente. En concreto, las personas con artritis reumatoide corren el riesgo de sufrir una disminución de la flexibilidad, atrofia muscular, disminución de la fuerza muscular y reducción de la resistencia cardiovascular. Los déficits en estas áreas conducirán a un compromiso funcional y a un aumento de los gastos sanitarios. Por lo tanto, es necesario un enfoque multifactorial que utilice medicamentos y técnicas de rehabilitación. Afortunadamente, con un asesoramiento adecuado, las personas con artritis reumatoide pueden hacer ejercicio de forma segura, mejorando su estado físico general, una mayor facilidad para las actividades de la vida diaria y una mayor sensación de bienestar. Las técnicas de rehabilitación incluyen periodos adecuados de descanso y modificación de la actividad; modalidades terapéuticas como el calor/frío o la estimulación eléctrica; ortesis y equipos de adaptación.

El reposo y la conservación de la energía pueden ser útiles para las articulaciones localmente inflamadas, pero deben evitarse a largo plazo debido a los posibles efectos secundarios perjudiciales. De forma aguda, el reposo de las articulaciones afectadas puede ayudar a controlar el dolor y disminuir la inflamación de la articulación afectada. Sin embargo, los posibles efectos secundarios de la inactividad incluyen la disminución de la amplitud de movimiento, la pérdida de fuerza, la alteración de la respuesta a la carga articular y la disminución de la capacidad aeróbica. En los estudios de Mueller (ref. 10), los pacientes en reposo estricto en cama perdieron entre el 1,0% y el 1,5% de su fuerza inicial al día durante un período de dos semanas. Por el contrario, Gerber et al (ref 6) estudiaron la importancia de la conservación de la energía y la interrupción de las actividades diarias de más de 30 minutos. Los pacientes parecieron beneficiarse de la modificación de la actividad y se les enseñó a reconocer las actividades que les causaban dolor y fatiga.

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