Jesús cura a la mujer que sangra
Jesús y sus discípulos caminaron por caminos polvorientos de pueblo en pueblo, donde Jesús enseñaba el evangelio. Cuando llegaron a Cafarnaúm, fueron a pasar la noche en casa de Pedro y su hermano Andrés.
La mujer de Pedro los recibió con una triste noticia. Su madre estaba enferma en la cama con fiebre. Jesús se acercó a la enferma. La tomó de la mano y la levantó. Al instante, la fiebre desapareció y la mujer se puso bien.
La gente de Cafarnaún pronto se enteró del milagro y averiguó dónde se alojaba Jesús esa noche. Cuando se puso el sol, parecía que toda la ciudad estaba reunida a la puerta de la casa de Pedro y Andrés. Aquella noche Jesús curó a muchos enfermos.
A la mañana siguiente, temprano, Jesús salió de la casa para buscar un lugar tranquilo para orar. Luego se fue con sus discípulos a predicar en otras ciudades. Días después, cuando Jesús regresó a Cafarnaúm, multitudes curiosas lo seguían por todas partes. Mucha gente sabía que Jesús curaba a los enfermos con el poder de Dios.
Cuando llegaron a la casa donde Jesús enseñaba, estaba llena de gente. Ni siquiera había espacio para apretujarse en la puerta. Los hombres tenían fe en que Jesús podía sanar a su amigo si tan sólo lo veía. ¿Cómo podrían entrar?
Historias de curación de Jesús hoy
El concepto de que Jesús curaba a los enfermos siempre ha tenido sus críticos, incluso entre personas religiosas bien intencionadas. Afortunadamente, la respuesta no está en la opinión de los hombres, sino en la Palabra de Dios. Esa es la razón por la que debemos leer personalmente las Escrituras por nosotros mismos.
Debemos orar siempre porque se nos dice que la “…oración eficaz y ferviente del justo vale mucho” (Santiago 5:16).Fue Jesús quien dijo: “…que los hombres deben orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1). “¿Está alguno de vosotros enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor” (Santiago 5:14).
Jesús siempre exigía que la persona que sanaba tuviera fe. Cuando restauró a los ciegos, en Mateo 29:9 se nos dice que tocó sus ojos y dijo: “… Según vuestra fe os sea hecho”. La fe infantil es necesaria para recibir cualquier cosa de Dios. Jesús no pudo hacer muchos milagros en su ciudad natal debido a su incredulidad. (Mateo 13:57-58)
Versículo bíblico sobre la ayuda a los demás
Durante su ministerio terrenal, Jesucristo realizó milagros tocando, sanando y transformando innumerables vidas. Al igual que otros acontecimientos de la vida de Jesús, sus milagros fueron documentados por testigos presenciales. Los cuatro Evangelios registran 37 milagros de Jesús, siendo el Evangelio de Marcos el que más registra.
Los 37 milagros de Jesucristo que fueron escritos en el Nuevo Testamento tienen un propósito específico. Ninguno de ellos se realizó al azar, para divertirse o como espectáculo. Cada uno de ellos iba acompañado de un mensaje y respondía a una necesidad humana grave o confirmaba la identidad y la autoridad de Cristo como Hijo de Dios. A veces, Jesús se negó a realizar milagros porque no entraban en una de estas dos categorías:
Cuando Herodes vio a Jesús, se alegró mucho, pues hacía tiempo que deseaba verlo, porque había oído hablar de él, y esperaba ver alguna señal hecha por él. Así que lo interrogó largamente, pero no le respondió. (Lucas 23: 8-9)
Cuando Jesús convirtió el agua en vino en las bodas de Caná, realizó su primera “señal milagrosa”, como la llamó el evangelista Juan. Este milagro, que mostraba el control sobrenatural de Jesús sobre elementos físicos como el agua, reveló su gloria como Hijo de Dios y marcó el comienzo de su ministerio público.
Oración de curación de Jesús
Resumen: Estamos rodeados de enfermos. Algunos de los que leen esto hoy están ellos mismos enfermos. En su ministerio terrenal de hace 2.000 años, y desde el cielo hoy, Jesús llama a todos los enfermos: “¡Traedlos a mí!” No hay mejor lugar para curar.
Mateo 17:14-18 Cuando llegaron a la multitud, un hombre se acercó a Jesús y se arrodilló ante él. “Señor, ten piedad de mi hijo”, le dijo. “Tiene convulsiones y sufre mucho. A menudo se cae al fuego o al agua. Lo he llevado a tus discípulos, pero no han podido curarlo”. “Generación incrédula y perversa -replicó Jesús-, ¿hasta cuándo voy a estar con vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que aguantaros? Traedme al niño”. Jesús reprendió al demonio, y éste salió del niño, y quedó curado en ese momento.
El padre estaba desesperado. Su hijo sufría graves convulsiones, y los discípulos de Jesús no podían curarlo. Entonces Jesús pronunció las palabras que traen la curación desde aquel día hasta nuestros días: “¡Traedme al niño!” Y lo curó. Y también nos sanará a nosotros, porque “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre” (Hebreos 13:8). Jesús sanó hace 2.000 años, y sigue sanando ahora.