Las madres luchan por salvar a sus hijos drogadictos
Las estadísticas están a la vista. El mayor nivel de abuso de sustancias se da en los que tienen entre 18 y 25 años, nuestra población de mayor riesgo, según la Encuesta Nacional sobre el Uso de Drogas y la Salud de 2017. Estos jóvenes adultos corren el peligro de convertirse en los hijos o hijas drogadictos de los padres de toda la nación. Tristemente, es muy probable que algunos de los que ahora son adictos a las drogas empezaran con tan solo 12 años. De hecho, casi dos millones (8%) de niños de 12 a 17 años declararon haber consumido drogas ilícitas en los 12 meses anteriores.
Sin embargo, detrás de cada estadística hay personas reales que están luchando. Y no se trata sólo del adicto. Todas las personas a las que afecta su vida -en particular las más cercanas- se ven afectadas por la adicción.
Hoy, Debbie L. comparte su experiencia con su único hijo, Joshua. Empezando a los 13 años con una prescripción de opioides, Josh pasó a drogas más duras como la heroína. Ahora, con 25 años, sigue siendo adicto, aunque ha habido muchos momentos de esperanza. Debbie aceptó hacer esta entrevista porque quiere compartir su historia con otros padres (y seres queridos) de adictos. Quiere que sepan que no están solos.
¿Qué pasa si mi hijo no está motivado para recibir tratamiento para la adicción?
¿Tiene un hijo alcohólico viviendo en casa y no sabe qué hacer? ¿Le preocupa el abuso de drogas de su hijo o hija? ¿Cree que puede tener un trastorno por consumo de sustancias? Saber cómo apoyar a un hijo adulto adicto de forma saludable puede ser especialmente difícil para los padres, ya que uno quiere ayudar en lugar de obstaculizar su proceso de recuperación. Sin embargo, este problema no es infrecuente, ya que la adicción afecta a un número importante de estadounidenses.
Si has pensado “mi hijo se droga, ¿cómo puedo ayudarle?”, no estás solo. Según la Encuesta Nacional sobre el Uso de Drogas y la Salud (NSDUH) de 2017, aproximadamente 19,7 millones de personas de 12 años o más informaron que tenían un trastorno por consumo de sustancias. En los últimos años, ha habido un crecimiento significativo en el abuso de opioides, incluyendo la heroína, el fentanilo y otros analgésicos recetados. Las sobredosis de esta clase de fármacos potencialmente mortales se han multiplicado casi por cuatro desde 1999, matando a aproximadamente 47.000 personas en 2018, según los Centros para el Control de Enfermedades (CDC).
Grupo de apoyo para padres de niños con adicción.
Si usted es el padre o la madre de un hijo adulto que necesita ayuda con una adicción a las drogas, puede sentirse abrumado, tanto si es la primera vez que su hijo o hija necesita tratamiento como si ha recaído. Además de poner en riesgo su salud mental y física, su hijo adulto también puede mostrar cambios de humor imprevisibles, mentir sobre sus acciones o actividades, descuidar sus responsabilidades, volverse retraído y deprimido, y/o tomar malas decisiones financieras.
Usted y su familia no están solos en su lucha. Según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA), el uso de drogas ilícitas es una epidemia en los Estados Unidos, que afecta la vida de millones de personas diariamente. A partir de 2016, el Centro Nacional de Estadísticas de Salud de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, encontró que más de 64,000 estadounidenses murieron ese año solo por sobredosis de drogas, incluyendo drogas ilícitas y opioides recetados.
Las opciones de tratamiento de Recovery Centers of America están específicamente diseñadas para ayudar a su hijo adulto a recibir la atención inmediata y las habilidades de afrontamiento de por vida que necesita para tratar mejor su enfermedad y llevar una vida mejor. Además de proporcionar la mejor atención clínica, Recovery Centers of America ofrece una amplia terapia familiar y programas de educación familiar para que pueda entender mejor la adicción, el proceso de rehabilitación y ayudar a apoyar a su hijo adulto en su recuperación de la adicción a las drogas a largo plazo.
David Sheff: La historia de un hijo drogadicto
Hace un año, metí la naloxona -el medicamento utilizado para revertir una sobredosis de opiáceos- en la mochila de mi hijo cuando se fue de nuevo en busca de heroína. Acababa de salir de una prolongada estancia en la cárcel del condado y, 48 horas después, simplemente tenía que drogarse. Mientras le advertía que, por favor, no se drogara solo, que obtuviera sus drogas de una fuente conocida, que “probara” su dosis primero (inyectarse una pequeña cantidad muy lentamente para probar la potencia de la droga y evitar la sobredosis) y que, por favor, me llamara para hacerme saber que seguía vivo, se estremeció visiblemente y empezó a llorar.
La duda me invadió: “¿Esto sólo fomenta el consumo de drogas? ¿Estoy dando permiso a mi hijo para que se inyecte heroína?”. Hacía poco que había abandonado el enfoque de amor duro, pero no estaba seguro de que esto fuera mejor. Cuando el mediodía dio paso al crepúsculo y el teléfono aún no había sonado, me quedé petrificada -como tantas veces en el pasado- por la posibilidad de que mi hijo hubiera muerto, y de que mi habilitación fuera la culpable.
De niño, mi hijo era bullicioso y lleno de energía, aunque, a veces, tímido. Le costaba concentrarse en clase, pero destacaba en los deportes: en las ligas menores de béisbol, fútbol y hockey. Su mayor amor era la guitarra. Pasaba horas abrazando el suave cedro de esa Ibanez, aprendiendo nuevas melodías que tocaba con una facilidad terrenal y melosa propia de él. Sólo puedo imaginar el dolor y el conflicto que debió sentir cuando empeñó incluso ese amor para comprar heroína.